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LOS ANGELES, CA.- Aunque el nuevo presidente de los Estados Unidos de América, Barak Obama, planteó durante su campaña electoral que una de sus prioridades sería la reconstrucción de lazos con América Latina y reconoció que la Administración Bush descuidó la región, propiciando un sentimiento “anti-americano” entre los latinoamericanos, la agenda de relaciones exteriores del primer día del flamante mandatario no incluye siquiera una breve mención a la forma y tiempos en que abordará temas relevantes, tales como la creciente inmigración indocumentada desde el sur, el embargo a Cuba, las relaciones con los gobiernos izquierdistas latinoamericanos (Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua, principalmente), el acuerdo de libre comercio de las Américas y la deuda de los países más pobres de la zona.
La agenda de la Casa Blanca, publicada en el sitio web del gobierno de Estados Unidos refiere en el último párrafo relacionado con el tema de inmigración que trabajará con México para promover el desarrollo económico en esa nación vecina para “reducir la inmigración ilegal”; sólo eso.
Analistas de temas internacionales comentan con inquietud que Obama desconoce totalmente la región latinoamericana, que nunca ha viajado a alguno de los países del sur de Estados Unidos y deberá retomar la figura del enviado especial para la zona para una comunicación fluida sobre asuntos que no pueden relegarse para la buena marcha del continente.
La moneda está en el aire y es previsible que a lo largo de la semana se comience a definir la política hemisférica del nuevo mandatario. <<>>
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